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La Utopía de las Políticas Públicas en México

Por Linda Guadalupe Díaz Sánchez

Inicio este escrito con la conceptualización del término que resulta importante en el sistema mexicano; el término es “Política Criminal ó Criminológica”, que comprende todas aquellas circunstancias e instrumentos que tiene a su cargo el Estado, para atender eficazmente tanto la prevención como la persecución y sanción del delito. Es decir, el fenómeno criminal, sus medios empleados, comportamientos derivados, estrategias de combate y estrategias preventivas, no dejando de lado “la fuerza policial aplicada” (aunque está mal aplicada). Sin embargo, si el padre de este concepto el señor Feuerbach en este tiempo viviera lo que el Estado hace con su término y cómo ejecuta sus medidas, se sentiría totalmente decepcionado con la aplicación que con el paso de los años se le ha dado.

El sistema penitenciario mexicano se ha enfocado de manera grandilocuente a recluir individuos en sus instalaciones sin tomar en cuenta las formas preventivas del delito, desafortunadamente no ha sido valorada la cuestión preventiva; México no tiene esa cultura, porque claro, gastar en prevención suena absurdo cuando la represión es gratis o fácil de hacer, nuestro sistema se ha ocupado por elevar estadísticas de reos que en su mayoría como lo sabemos, son personas que han sido detenidas por diversas cuestiones de género, culturales, económicas, o que estuvieron en el lugar y momento equivocado, las minorías son “víctimas de riesgo” ya que tienen la mayor probabilidad de que por su condición sean victimizados por el Estado de alguna manera, he aquí el dicho de que “los CERESOS son para los pobres”.

Tenemos ironías del sistema, detenciones e irregularidades de proceso, esto es el pan de cada día. Pero en realidad cuestionémonos acerca de esas minorías, ¿somos minoría?, o la minoría radica en aquellos que están en la élite que nos consideran alborotadores y que obviamente jamás será comparativo el caso de ver a un indígena en prisión que a un “golfista” tras las rejas.

Me indignan estas cosas, me duele México, me duele el sistema, me duele la represión del Estado, he pensado en que no tenemos el gobierno que merecemos, y me duele la pena privativa de la libertad para reducir la tasa criminal, el encarcelamiento no ha dado resultados y jamás lo dará, debemos apostar por penas alternativas a la prisión, no llegar a la prisión como primer instancia, agotemos las primeras instancias antes de llegar a la reclusión, valorando siempre y cuando el delito cometido.

La economía política disfuncional afecta directamente sus ejecuciones y claro, nos hemos dedicado a dar enfoques punitivos penales que a elaborar buenas políticas criminológicas orientadas a una política social preventiva, es que en el vocabulario del país pareciera impronunciable este término, las imposiciones dominantes penales inhiben a las estrategias sociales. Prevenir sin reprimir ésa tendría que ser nuestra labor precursora como rescate a la crisis penitenciaria equilibrando la política criminológica, ya no sólo es “combatir al enemigo” y aferrarnos a la encarnación del delito en el delincuente, sino atacar el fenómeno criminal y no empeñarnos a ejercer una violencia policial.

Las políticas públicas en este sentido pareciera que sólo fueron elaboradas para grupos privilegiados y el control social resulta ser riguroso para una mayoría, porque hemos dejado de ser minoría. No hemos creado las condiciones para que los recursos se utilicen adecuadamente para una mejora y prospera actividad del país, México es un ejemplo clásico de una mala encarnación de copia sistemática de capitalismo democrático y penitenciario, no permite la perpetuación de los grupos, no se ha producido una reforma dinámica funcional competitiva entre el hacer y el actuar, el Estado legal está ausente y las leyes son aplicadas de manera discrecional, las penas no sólo son impuestas por el sistema punitivo legal sino también de forma administrativa, tenemos una economía que no crece, elites empresariales, reformas en beneficio de unos cuantos, posiciones dominantes, red que opera a base de favores, protecciones regulatorias, altas barreras de entrada inhibiendo el crecimiento evolutivo de nuestro país y por si fuera poco, tenemos un cultivo inmenso de sentenciados y procesados mantenidos por el Estado, sin olvidar a esos policías pidiendo sus mochadas y a esas autoridades que luchan incansablemente por el gremio corrupto mexicano.

Las Políticas públicas favorecen intereses particulares convirtiendo a los representantes del interés público en empleados de “intereses blindados”, el gobierno se ha convertido en empleado de las personas poderosas del país y no empleado de la ciudadanía, tenemos un gobierno domesticado por el crimen organizado que maquilla cifras, que por arte de magia desaparece mexicanos, que calla al vivo y quiere hacer hablar al muerto, incongruente, con reformas minimalistas, con un aumento de políticas sin resultados, porque en este ámbito se tendría que trasformar en nombre del interés público, desactivar lo que bloquea la consolidación mexicana, estamos obligados a fortalecer órganos regulatorios, si la clase política del país no logra construir cimientos de la democracia y del sistema penitenciario propio y evitando la violencia, entonces ¿cuál es su labor? Debemos luchar contra las “medidas cortoplacistas” crear medidas mediante efectos preventivos en agentes individuales encargados de la seguridad y reparación de la justicia, no es difícil, es cuestión de ponernos a trabajar, pueblo y Estado, en realidad ¿esto ocurre?, cada día las notas y las cifras que nos ocultan salen a relucir, todo se criminaliza todo se justifica en la noticia y la muerte del pueblo queda entre dicho, recuerden… el pueblo está vivo y esta fuerza es color rojo.


Derechos Reservados © EDITORIAL CRIMINOCIENCIA.

Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Editor


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