La Teoría de la Manipulación en los Nuevos Paradigmas de la Criminalidad

Por Raúl Mendoza Martínez

El presente texto busca plantear algunas inquietudes que surgen cuando se observa cómo la teoría de la “manipulación” trata de explicar y ajustarse a estos nuevos paradigmas de criminalidad, bien o mal, propios del nuevo derecho penal; en el sentido de un derecho que nace como producto de complejos hechos delictivos incluyendo los informáticos.

El manipulador, basado en su estrategia delictiva, siembra esa semilla inicial de manipulación en la víctima, las mentiras comienzan a escalar, y continuar haciendo proyecciones y acordando cosas que son mentiras, mentiras que convierte en verdades, “se dice que una mentira repetida mil veces la conviertes en verdad”.

Llega el momento en que la mentira no se sostiene y que todo ha llegado muy lejos, ni siquiera la víctima se dará cuenta cuando esté envuelto en la realidad de los hechos, tendrá que aceptar la versión de las cosas de la otra persona,  se encontrará confiando en el juicio del manipulador sobre el de él.

El manipulador sembrará la duda en la persona para que empiece a pensar lo que en realidad conviene para sí mismo, sin fomentar el fenómeno de lo que le conviene. Este fenómeno es muy común pero pocos lo manejan a la perfección, implicando contradicciones y mentiras descaradas, fomentando el fenómeno “gaslighting” estrategia de manipulación de la percepción de la realidad del otro, por lo que es una forma de abuso psicológico que consiste en negar la realidad, dar por sucedido lo que nunca ocurrió, o presentar información falsa con el fin de hacer dudar a la víctima de su memoria, de su percepción o de su cordura. Puede consistir en negaciones simples por parte del abusador, en el sentido de si determinados sucesos ocurrieron o no, o incluso en la escenificación de situaciones extrañas con el fin de desorientar a la víctima.

Por mencionar un ejemplo típico básico, un colega manipulador podría aprovecharse de un subordinado, luego negar que sucedió de esa manera. Alguien que lo tocó a tientas, más tarde podría afirmar que accidentalmente lo había rozado, y puede insistir tanto en ello, hasta el punto en que la víctima comience a pensar que tal vez se equivocó.

La víctima se podrá preguntar ¿cómo funciona?, quedrá decir que tiene una sólida comprensión de su propia realidad y dudará que alguien pueda convencerle que le suceda algo así, pero el punto medio de este hecho se basa en la confianza que se tiene con la persona, que no necesariamente tiene que ser un elemento familiar, basta con estar cotidianamente entablando una comunicación diaria ya sea en el trabajo, escuela, club, gimnasio, redes sociales o naturalmente se conviva con la persona.

Los manipuladores generalmente tienen una tendencia a la crueldad, por lo que incluso tratarán bien al comienzo de la relación con él o ellos, es solo cuestión de tiempo; la fórmula consiste en atender los gustos de la víctima para así llevarlo a la manipulación, conociendo las vulnerabilidades, llegando el momento que solamente se confíe en el manipulador.

Esto llega a suceder mucho más práctico en las redes sociales y cuya situación se complica, ya que no se encuentra normada en las leyes penales, es decir, si en la vida cotidiana de una persona se complica tipificar el delito para el manipulador o relacionarlo con  la tipicidad del delito, el grado se complica si se presenta digitalmente.

En todo caso, el punto de partida del análisis es claro: el cibercriminal-manipulador, como modalidad criminal (pero en cierta medida también los delitos informáticos en sentido amplio) sitúan a la doctrina frente a varias trasformaciones sustantivas del delito y de la pena que hay que atender con relativa urgencia.

En primer lugar, se advierte la existencia de una definición de delito más compleja y especializada que la noción de los delitos realizados en el mundo físico, y ello no solo porque ésta abarca nuevas realidades como el ciberespacio, o exige el empleo de técnicas especializadas como medio y de objetos de protección prevalentemente inmateriales, sino también, porque los comportamientos involucran una compleja transformación (o si se quiere, una evolución o un complemento) de sus elementos típicos objetivos y subjetivos, sobre todo de la acción y sus ‘resultados’ de acuerdo con este nuevo fenómeno social; lo que genera una enorme incertidumbre dogmática.

En segundo lugar, porque la sociedad moderna, reconstruida como una sociedad digitalmente modificada, tiene como base de funcionamiento la gestión de la información, los datos y las infraestructuras informáticas necesarias para la subsistencia e interacción de sus miembros. Como se sabe, el mundo ha pasado por diversos avances científicos que se han convertido en instrumentos tecnológicos, y cuya transferencia a todos los sectores sociales ha producido significativos, hasta donde se llegara con los delitos digitales he ahí donde interviene el perito especializado digitalmente para el análisis de los indicios analógicos.

Se tiene un enorme reto para poder controlar y atender mencionados aspectos en los que interviene hoy en día la manipulación y el acecho.


Sobre el Autor: Licenciado en Derecho. Asesor en el Congreso del Estado de Tamaulipas.


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